martes, 3 de noviembre de 2009

Análisis: Las 'mamadas' del Diego y compañia

Diego y su grito de guerra (Crónica).

¿Por qué buscar adversarios dónde no los hay? Porque es lo de hoy, lo que está de moda: echarle la culpa al periodismo deportivo por las miserias exhibidas por un equipo. Sólo hay de dos sopas: si te callas y echas porras a pesar de los pesares, ya eres aliado. Cuestionar, analizar, reflexionar o verbos que adquieran una connotación activa, equivalen a ser el enemigo.

Sin duda alguna, el éxito tiene otra cara de la moneda: en exceso puede cegar y enloquecer a cualquiera. Maradona no es la excepción. La clasificación sufrida de la Argentina hacia Sudáfrica 2010 embriagó tanto al ‘D10S’ que demostró – una vez más – no tener los pies en la tierra. Ironías de la vida, en pleno Río de la Plata, el timonel ahogó su sollozo en torrentes de bilis y catarsis. Como colofón a lo anterior, la foto del recuerdo: ‘El Diego’ y compañía descargando al unísono su cólera con una sutil dedicatoria: “esos putos periodistas, la puta que los parió”. Madre mía…

No vale martirizar a los medios de comunicación (que tampoco somos blancas palomitas), muchos menos hacer leña del árbol caído, sino especificar el papel verdadero del periodismo de esta materia. Igualmente, sería absurdo meter en la misma bolsa a todos los argentinos gracias a un sujeto cuya incomprensión por el vocablo “figura y representante público” del seleccionado pampero se eleva en alturas insospechadas.

Los mass media funcionan primariamente como vehículo de intercambio informativo entre emisor y receptor. Pero no se limitan exclusivamente a esto, pues la libertad de expresión es una garantía humana; eso nos incluye. Aunque debe quedar claro: las peticiones tan recurrentes de omitir nuestra opinión porque “nunca hemos jugado al fútbol”, son totalmente incoherentes. Bajo esa lógica, el padre no hablaría del matrimonio, el periodista político no cuestionaría las acciones del gobierno y el hincha no observaría un deporte que no entiende debido a que nunca lo ha practicado.

Del mismo modo, el periodista, previo filtro sus creencias y valores, informa sobre la “realidad” que ve. En este caso, es un secreto a voces que la vox populi argentina percibe actualmente un conjunto sin pies ni cabeza. ¿Quién es el que está mal, el que comunica lo que aprecia o el que lo suscita? Además, existen formas éticas para expresarse. Modos invisibles para el lenguaje florido del ‘10’ y sus pupilos dóciles.

“Hijos de la mala vida”, así describió un célebre autor esta profesión tan infravalorada y privilegiada paralelamente. Que si empleamos eufemismos y no decimos las cosas como tal, somos prostitutas de papel; que si exageramos el contenido de una nota, de amarillistas no nos bajan; que si criticamos al combinado nacional, nos catalogan como “apátridas”. Eso sí, todos los periodistas llevamos un entrenador por dentro. Al igual que cualquier hincha o amante de este deporte.

En cambio, le otorgo la razón a aquellos que califican al “Cuarto Poder” como intocable. Atacamos y cuando es a la inversa huimos despavoridos. Demandamos autocrítica e ignoramos el ejercicio de ésta. También hubo un sector de la prensa que discutió cuestiones meramente privadas del DT, olvidándose de su ocupación. A manera de síntesis, en la relación medios/selección predomina la hipocresía y el oportunismo absoluto.

¿Cómo conciliarías imparcialmente esta reciprocidad entre prensa deportiva y selección nacional?

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