viernes, 7 de agosto de 2009

El Dossier de las Dianas: Los cánones de Andrei Arshavin

Hoy estrenamos una nueva sección: El Dossier de las Dianas. Aquí revisaremos detalle a detalle, con lupa y escrutinio cada uno de los goles que vayan de boca en boca. A la sazón, comenzamos con un gol diferente a los comúnmente denominados “golazos”…

En ningún diccionario puede encontrarse una definición adecuada que exige el paladar suculento del hincha panbolero. Vamos, ni siquiera el del recinto rector de nuestra lengua española, mejor conocida como la Real Academia Española.

La concepción del vocablo “gol” difiere según el individuo. Para algunos, debe ser sinónimo de alguna acrobacia (sea una chilena, tijera, rabona, palomita, taconazo, etc) espectacular, para otros es análogo a alguna jugada colectiva donde los once son partícipes de manera directa –con alguna pared, triangulación o pase al hueco– o indirecta –un desmarque, un pique en falso–. Para los sencillos, con que el balón termine anidado en la escuadra de los 90º vale. Los culinarios refieren a otra noción familiarizada con la primera: el celebérrimo “contexto”. Es decir, el conjunto de circunstancias en que se produce el suceso.

Bajo el marco de la Emirates Cup, en el duelo que confrontaba al Arsenal versus Atlético Madrid, Andrei Arshavin se encargó de recetarnos una lección del volumen “Golazos que no figuran en el léxico futbolístico I”. Luego de un final trepidante de partido en el que ambos equipos reservaron las anotaciones para la parte complementaria, el cronómetro marcó el 89´ y luego de una pifia garrafal en la zona baja del Atleti (se pusieron a chutar cabecitas, cual match de voleibol), “El duende” aprovechó su celeridad para rubricar el regalo que le endosó el cuadro colchonero.

Pero no fue cualquier definición. En teoría se ve fácil, pero la praxis encuentra sutileza y dificultad en su ejecución.

“Ché pero mirá fue en la Emirates, eso no es nada comparada a la volea de Zidane contra el Leverkusen; era la final de la Champions League. ¿Qué comparás entre una y otra?” susurra un individuo. “¡Pará, pará boludo! He ahí la cuestión. ¿Cuánta parcela generosa de futbolistas no piensa igual que vos? ¡La Emirates, vale pues para qué me arriesgo, al fin y al cabo es un vil amistoso de pretemporada! Y Arsha hizo lo contrario a todos” dispara otro sujeto.

Y precisamente, esa ideología transforma un simple gol en una belleza de arte. Más aún, si se regatea al portero y la de gajos parece salir por la línea de meta. Todavía más si se tiene la convicción plena, la entereza física y la disposición de hacer un sprint en corto y rematar con la parte interna a segundo poste… sin ángulo de gol.

Eso, señores, se llama “hambre de gol” en su estado de gracia.

¿Quieres comprobarlo? Pincha aquí: http://www.youtube.com/watch?v=J3Te_m7nP5Q

¿Recuerdas goles parecidos que sean sinónimo de garra y sacrificio antes que espectáculo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A continuación, haz escuchar tu opinión llenando el formulario de comentarios. ¡Que tu voz haga eco!