jueves, 7 de enero de 2010

El emporio de los grupos inversores

El traspaso de Eduardo Salvio al Atleti se ha dilatado más de lo normal. ¿El problema? Según las versiones oficiales, un desacuerdo económico. ¿Tras bambalinas? Los grupos inversores. ¿Quiénes son estas corporaciones? ¿Qué intereses representan?

Para nadie es un secreto que el Atlético de Madrid pasa por tiempos de vacas flacas. Para ello, esperan afrontar la contratación con los seis ‘kilos’ que dejó la partida de Sinama Pongolle al Sporting de Lisboa y la más que probable venta de Maxi Rodríguez. Esto, aunado al deseo del ‘Toto’ por militar con los rojiblancos, pinta cercano su arribo pero, ¿qué frena el acuerdo entre los clubes? Los insaciables inversionistas.


La presencia de terceros en las transferencias provenientes de clubes, en su mayoría, argentinos o brasileños es una constante. “Cuando la FIFA planteó la división entre derechos federativos y económicos en los pases de los jugadores, le abrió el camino a esta nueva figura. Son empresarios que acercan futbolistas importantes y parecen los salvadores de los clubes, aunque en realidad no hacen más que armar su gran negocio”, expone la publicación Management Deportivo.


A los `hombres de negro’ se les relaciona regularmente en los negocios turbios de compra-venta de jugadores, mismos en lo que cada uno saca una tajada importante de la operación, sin transparencia alguna. Son lo misteriosos entes vestidos de Messi que driblan a la ley por todos lados. Sus nombres, inexplicablemente, no aparecen en los contratos privados. Inclusive, en más de una ocasión se ha rastreado que el origen de su humilde caudal procede del lavado de dinero en paraísos fiscales.


Como entidad colectiva, ellos ponen la plata y así imponen jugadores en la alineación titular escudándose, cuales Sancho Panza, en el ingenioso y (sigiloso Fernando) Hidalgo, representante argentino; de esta forma emplean como ‘cortina de humo’ a los agentes, mientras ellos se forran los bolsillos. Vale decir que el fútbol, como casi todo en este sistema capitalista y globalizado, es un negocio. Cierto, habrá quienes digan que esta actividad tiene otro nombre en Europa: los multimillonarios extranjeros o jeques; los hombres de moda, sobretodo en Inglaterra. La diferencia estriba en que los directores técnicos del viejo continente tienen los pantalones suficientes para, ya sea negarse y/o renunciar, como Rafael Benítez o José Mourinho durante su época como mister blue.


Su modo de operar se basa en detectar talentos precoses a manera de scout. Una vez revelados, los compran en paquetes y promueven en Primera. Eso sí, rara vez venden a sus representados, sólo los prestan a cotizaciones superiores y obtienen porcentajes de los costos marginales (el costo de producir una ‘unidad’ o un futbolista adicional). Primero, los adquieren de clubes pequeños y de ahí los intercambian, cuales cromos, y suministran porcentajes de las cartas entre los equipos de mayor abolengo. Posteriormente de enfundarse con la vitrina que representan estas escuadras (por lo general, sino son los “grandes”, son aquellos que juegan Copa Libertadores o Copa Sudamericana; léase Lanús). Esto explica el peligro de extinción de los futbolistas que profesan amor a la camiseta y, del mismo modo, el hincha pierde el sentido de identidad con sus colores. Vamos, “mercancías” en lugar de futbolistas.


La prensa y los medios de comunicación no se quedan atrás. Resulta extraño que en un país donde está tan arraigado el periodismo de investigación como Argentina – el ejemplo insigne: el periodista Rodolfo Walsh (qepd) y su Operación masacre – ignore estos hechos y, si acaso, los menciona con eufemismos (como las “cabezas visibles”) y los cobija bajo el anonimato. Seguramente Bob Woodwar y Carl Bernstein, progenitores de este género gracias al caso Watergate, no han de estar orgullosos de sus discípulos latinoamericanos, por más que se trate de una rama como el periodismo deportivo.

El mercado argentino y el brasileño se lo disputan entre el israelí Pinhas Zahavi, vía HAS Sports Agency y con mucha influencia y peso en Europa; la compañía carioca Traffic, que, de acuerdo con el reportaje de Andrew Downie del International Herald Tribune, sección Weekend Business del 5 de julio del 2009, se animó a invertir luego de conocer que un “sólo año 1,085 jugadores amazónicos fueron transferidos a lugares como Vietnam, Qatar y las Islas Faroe, de acuerdo a la Confederación Brasilera de Fútbol” (CBF); Media Sports Investment (MSI). Esta misma firma estuvo involucrada en el escándalo legal correspondiente a los fichajes de los pamperos Carlos Tévez y Javier Mascherano al West Ham United. Después de estos eventos, la FIFA decidió en el 2006, supuestamente, prohibir la participación de empresarios en transacciones relacionadas con el fútbol. Como siempre, el organismo rector del balompié sólo se enfocó en Europa y se hizo de la vista gorda, al igual que con la problemática de la multipropiedad de equipos en México.


Ya lo advirtió Sergio Marchi, titular de Futbolistas Argentinos Agremiados, quien ha agregado puntualmente que “mientras los clubes no modifiquen sus sistemas de ingresos, los grupos de inversión proliferarán”.


Debate: ¿Hasta qué punto estás de acuerdo o en desacuerdo, con la presencia de inversionistas en las contrataciones de este deporte?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A continuación, haz escuchar tu opinión llenando el formulario de comentarios. ¡Que tu voz haga eco!