sábado, 12 de junio de 2010

Editorial: I have a nightmare!

En alguna ocasión en el país de Nunca Jamás, Martin Luther King dormía plácidamente. Pasada la media noche comenzó a hablar solo. Él era sonámbulo y hablaba en voz alta lo que pensaba. Siempre relataba sus sueños e iniciaba con la frase “I have a dream”.

Su compañero de cuarto era un tal Adolf Hitler, Führer para los cuates. Él, al igual que Martin, soñaba en voz alta con la única diferencia de que gritaba y sus enunciaciones eran tan largas como un discurso. En aquella vez, Adolf tuvo una pesadilla y gruñó exasperadamente “ich habe einen traum”.

Un Martin exasperado despertó a su amigo para preguntarle qué le pasaba. Éste le respondió que de lo poco que recordaba de su sueño, aparecía un negro que corría velozmente en un estadio atiborrado de gente alemana. “No te preocupes, se llama Jesse Owens y arruinó tus Juegos Olímpicos en 1936, ¿sí recuerdas?”, disparó King con dotes de oniromancia. Hitler lo volteó a ver con una mirada que lo fusiló de ida y de regreso.

–¡Mmm, venga dime más!– dijo Martin.

– “Un polaco iba detrás del negro”

– ¿Y lo mató? Maldito, seguro lo juzgó por su color de piel y… (es interrumpido)

– Cállate y escucha. El polaco y el negro se infundieron en un abrazo

–Mmm, ya veo. ¿Sabes cuál creo que fue el problema? Dejaste la televisión prendida mientras dormías y pasaban el partido de Alemania vs Australia.–

Podría parecer un sueño aunque lo de la Mannschaft es histórico. Esta Alemania, crisol de razas, globalización y multiculturalismo, antítesis de la raza aria pregonada por Hitler; se está convirtiendo en una manifestación de lo que es su país social y culturalmente en estos momentos.

Quién iba a pensar que tendrían entre sus filas a dos turcos (el equivalente a los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos), un brasileño de color, un coterráneo de Gavrilo Princip, dos polacos, y otra ensalada de nacionalidades que conforman una auténtica Torre de Babel –algunos son hijos de inmigrantes y otros sí nacieron en el extranjero–.

Posiblemente éste no sea SU mundial, ya que a sus jugadores (todos ellos diamantes en bruto) aún les falta madurar un poco más. Para Brasil 2014 sí los veo campeones. Pero, con la historia que implica esa camiseta, cualquier cosa puede suceder. A los teutones les gusta remar contracorriente. Y, quien sabe, a lo mejor y la peor pesadilla de Hitler se vuelve realidad: un negro y un judío alzando la Copa del Mundo y declarando al final del partido cuando se les pregunte la clave de su éxito: “fuimos (una raza) superior al rival”.

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