sábado, 6 de junio de 2009

"La pelota no se mancha..." (Editorial)


Dijo alguna vez Diego Armando Maradona. La frase cae como anillo al dedo para describir la embarazosa situación en la que se “jugó” el cotejo entre El Salvador versus México en las gradas. Dejando de lado el aspecto netamente futbolístico (en el cual El Salvador fue un digno y justo vencedor), México fue víctima de una broma -así la denominaron algunos pseudo aficionados de “La Selecta”- de muy mal gusto, por parte de la mayoría de la hinchada salvadoreña.

A raíz de la epidemia de influenza que azotó a México a comienzos de marzo -específicamente en La Gloria, Veracruz-, la nación azteca ha sido objeto de la desinformación proveniente de ciertos Estados, quienes han manifestado su inconformidad y repudio hacia y con los ciudadanos, productos (como la escarmentada industria porcícola) y todo aquello que sea mexicano, entendido como un insensato sinónimo de paranoia e histeria colectiva.

Sin embargo, no se pretende realizar un análisis exhaustivo relacionado a las cuestiones diplomáticas o sociológicas del balompié. El caso que se presentó el 6 de junio del presente año es una acción digna de reprobación. La pandemia que se expande a lo largo y ancho del orbe no es una problemática que perturba a México exclusivamente; al contrario, se trata de un inconveniente global que requiere de medidas serias a corto, mediano y largo plazo. La alerta de nivel 6 emitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) no es ninguna broma. Por el mismo motivo, se presume ilógica una postura tan cobarde, egoísta e irracional dirigida a un “supuesto” hermano de la comunidad centroamericana.

México se ha distinguido a lo largo de su historia por ser una nación solidaria, humanitaria y fraternal con los pueblos que franquean desastres naturales, económicos, sociales o de cualquier índole. “Dales la mano y te agarran hasta los pies”, reza el dicho que enuncia la actitud pregonada por todo lo alto, misma que se respiró en el ambiente por los corredores de El Cuscatlán. Así fue a la hora de entonar los himnos nacionales… El tedéum verde vislumbra como una cuantiosa parcela de la “Barra Azul” pone en práctica las clases de ética de la primaria. El Civismo se mama, aquí no. Espalda a la bandera tricolor, "britney señales" que le apuntan como gatillos de pistolas, cubrebocas y máscaras antigases que recuerdan a Chernobyl, sinfonía de insultos que desternillan sobre la crisis sanitaria... "Discriminación, discriminación, discriminación", parece el grito de guerra de dicha afición. ¿Porqué lo haces El Salvador? Contradictorias resultan tus palabras, tus hechos. Aquel ídolo de carne y hueso al que le quieres levantar un monumento en las afueras de “El Coloso de Montserrat”, aquel enemigo que duerme en tu casa, aquel mesías en el que reposan tus esperanzas mundialistas, aquel que aguardabas desde el 82, aquel que propones como presidente en detrimento de Mauricio Funes, aquel tiene un nombre y nacionalidad: Carlos de los Cobos y, en efecto, es mexicano. Curioso…

Tú, El Salvador, deberías saber más que nadie las posibles consecuencias de trasladar asuntos meramente sociales a la cancha; ese absurdo “cambio de juego” trajo consigo un funesto acaecimiento para los pueblos hermanos de Honduras y El Salvador: la “Guerra del Fútbol” o “Guerra de las 100 horas”. El balón no debe de salpicarse del lodazal político, económico, social o contextual que envuelve a un territorio; para eso existen otras “canchas”, aquellas donde se retoza “al filo de la navaja”.

Cada quien tiene estilos heterogéneos de transmitir su sostén y “aguante” a su oncena, eso no se discute. Empero, el jugador #12, una hinchada o una barra no va a dejar de ser menos por demostrar, ya no hablemos de modelos o códigos, sino un poco de conciencia. Esperemos que casos como estos no se repitan. No atañe de que color sea la remera, lo trascendental es aprender a separar y no “mancillar” el esférico, como mencionó en su retiro “El Barrilete Cósmico”.

1 comentario:

  1. Me encanta como escribes, eres una persona con un futuro exitoso y prometedor, con una gran vocación para lo que haces, sé que lograrás cada una de tus metas y objetivos.

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